Mientras el mundo se prepara para la implantación de las nuevas redes celulares 5G de alta velocidad, una cosa es segura: la 5G generará mucho trabajo para los abogados
Países de todo el mundo se están preparando para el despliegue y la implementación de las redes celulares de alta velocidad 5G, el protocolo de comunicación inalámbrica de próxima generación que promete transformar (una vez más) la forma en que los seres humanos viven, trabajan, juegan y se comunican.
Aunque el impacto social final de esta nueva tecnología no está claro, una cosa es segura: el 5G generará mucho trabajo para los abogados.
Desafíos legales en abundancia
Para empezar, el despliegue del 5G en los próximos años provocará inevitablemente una cascada de desafíos legales y acciones legislativas relacionadas con la asignación del espectro, la concesión de licencias, los derechos de propiedad, las reclamaciones de patentes, la privacidad, la ciberseguridad, los problemas de salud y otras cuestiones. El 5G también desencadenará algo parecido a una carrera armamentística tecnológica en casi todas las industrias clave del planeta, creando un periodo de disrupción creativa sin precedentes -y potencialmente volátil- mientras los mercados clasifican a los ganadores y a los perdedores en esta nueva realidad hiperconectada.
De aquí a cinco años, las cuestiones relacionadas con el 5G pueden afectar a prácticamente todas las áreas principales de la práctica jurídica, desde la banca y las finanzas hasta las fusiones y adquisiciones, pasando por la propiedad intelectual, la administración pública, las relaciones laborales, el comercio internacional y todo lo demás.
La razón: el 5G no es sólo un salto incremental en la velocidad; es un salto exponencial que ofrece velocidades de 100 a 1.000 veces más rápidas que las actuales redes 4G. Es difícil exagerar la importancia de esta aceleración.
Aunque el impacto social final de esta nueva tecnología no está claro, una cosa es cierta: el 5G generará una gran cantidad de trabajo para los abogados.
Por primera vez en la historia, los seres humanos y sus dispositivos en todo el mundo estarán pronto conectados a una red neuronal artificialmente inteligente capaz de facilitar (y aprender de) miles de millones de nuevas interacciones cada día. La Internet de las cosas, los vehículos autónomos, los médicos robot, la realidad virtual en tiempo real, todo lo “inteligente”… Estos avances son solo el principio. Sectores como la sanidad, la educación, los medios de comunicación, los juegos, la industria manufacturera, el transporte y el comercio minorista están preparados para asimilar la 5G en sus procesos y flujos de trabajo, transformando la infraestructura tecnológica sobre la que se construye la civilización moderna.
Pronto, miles de productos y servicios que antes no eran posibles lo serán, y la tasa de rotación de las empresas -a medida que mueren las antiguas y nacen las nuevas- será asombrosa. Se crearán millones de nuevos puestos de trabajo en sectores aún no imaginados, sin duda, pero también desaparecerán millones de empleos tradicionales.
Gestionar la transición a esta nueva era de globalismo superconectado va a suponer un tremendo reto social, en el que se verán implicados no sólo los individuos, las empresas y las corporaciones, sino también los gobiernos, los países y las palancas del poder internacional. Los trastornos sociales y políticos actuales pueden parecer pronto insignificantes comparados con los cambios tectónicos que se avecinan, sobre todo si se tiene en cuenta que el 5G llega en un periodo de resurgimiento del nacionalismo, especialmente en Estados Unidos y Europa.
Sin embargo, en un mundo 5G, la geografía no importará tanto como el dominio de las tecnologías, las industrias y las infraestructuras 5G, razón por la cual tanto Estados Unidos como China se esfuerzan por dominar el mercado 5G.
Escepticismo y controversia
Para bien o para mal, los abogados van a desempeñar un papel importante en esta transformación, porque el Estado de Derecho es uno de los pocos baluartes que tiene la sociedad moderna contra las insistentes fuerzas del cambio tecnológico. Desde abogados especialistas en accidentes de tráfico a los letrados expertos en Derecho Penal, todos están sujetos a este cambio.
En Estados Unidos, por ejemplo, muchas comunidades están preocupadas por los posibles peligros para la salud que plantea la propia tecnología 5G, que requiere la colocación de millones de pequeñas antenas de refuerzo cada mil metros aproximadamente (en todas partes, básicamente) para mantener la intensidad de la señal. Los críticos sostienen que no se ha investigado lo suficiente el impacto de las señales 5G de alta frecuencia en los seres humanos, y que bañar a la humanidad en un mar de radiación 5G sin una investigación adecuada es tanto irresponsable como peligroso.
La industria de las telecomunicaciones y la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) insisten en que el 5G es seguro, pero la confianza del público en las empresas y el gobierno federal está en su punto más bajo, por lo que el escepticismo es generalizado. Algunas comunidades del norte de California (por ejemplo, Mill Valley, San Anselmo, Ross) ya han prohibido el 5G, y Bruselas, la capital de la Unión Europea, detuvo sus iniciativas de 5G en abril por motivos de salud.
Para bien o para mal, los abogados van a desempeñar un papel importante en esta transformación, porque el Estado de Derecho es uno de los pocos baluartes que tiene la sociedad moderna contra las insistentes fuerzas del cambio tecnológico.
El 5G es inevitable, así que prepárese
Dada la combinación de poder gubernamental y empresarial que lo respalda, el 5G se impondrá, por supuesto, y acabará convirtiéndose en el nuevo estándar inalámbrico mundial. Y muchos analistas son optimistas en cuanto a que el bien económico y social colectivo del 5G superará con creces los riesgos. La mayoría de los debates sobre los beneficios de la 5G se centran en la mejora del rendimiento de los móviles y en modelos de negocio más eficientes, pero es probable que el impacto corolario incluya una disrupción social generalizada. La actual brecha entre los que tienen y los que no tienen acceso a la tecnología digital se ampliará con toda seguridad, y los gobiernos “inteligentes” deberían pensárselo dos veces antes de dejar sin trabajo a los ciudadanos de las zonas rurales sin planes para reeducarles o formarles para otros tipos de trabajo.
Los abogados no deben preocuparse: a medida que la 5G vaya ganando terreno, se requerirá asistencia jurídica para abordar las nuevas consideraciones de responsabilidad y regulación de las actividades que la 5G haga repentinamente posibles. Los vehículos autónomos, los médicos robot, la asistencia sanitaria a distancia (incluida la cirugía), la realidad virtual y aumentada, la vigilancia universal, los servicios basados en aplicaciones, las versiones “inteligentes” de casi todos los productos electrónicos… todo ello requerirá un sabio asesoramiento jurídico para funcionar correctamente.
Para muchos bufetes de abogados, asesorar a las empresas en todo, desde la obtención de patentes y la normativa de la FCC hasta los protocolos necesarios para gestionar las operaciones y los datos en una red 5G, también será un negocio enérgico.
Y si la gente empieza a culpar de sus problemas de salud a la radiación 5G, su primera llamada puede ser a su médico, pero su segunda llamada será probablemente a un abogado.